Los jugadores profesionales de los esports afrontan un nivel de estrés equivalente al de otros deportistas de élite. Así lo demuestra la Universidad de Chichester (Reino Unido), que llevó a cabo un estudio en el que comparó los deportes electrónicos con el fútbol y el rugby, los dos deportes más seguidos del país.
No es casualidad que el estudio tuviera lugar en Inglaterra, lugar donde nació el deporte profesional y de dónde vienen buena parte de los textos académicos relacionados con el mismo. Muchos de ellos aún siguen vigentes y son perfectamente aplicables a los esports.
En esta ocasión, los autores analizaron entre los profesionales de los esports 51 factores de estrés que afectan a deportistas de élite. Las conclusiones son claras: los profesionales de los esports sufren las mismas condiciones y problemas que las grandes estrellas del fútbol o el rugby. A todos les tiemblan las piernas cuando se enfrentan a torneos importantes y padecen dificultades similares en su día a día, aunque no necesariamente por las mismas causas.
La figura del psicólogo deportivo y la necesidad de gestionar el vestuario ya hacía evidente que las condiciones eran similares, algo que se cita en el estudio, pero es importante contar con una verificación empírica. Los profesionales de los esports comparten mucho con sus colegas de los deportes convencionales y esta conclusión, aunque esperada, permite equiparar a los deportistas de ambas disciplinas.
Otro de los aspectos más interesantes es lo complicado que se hace para el jugador de esports mantener un ritmo de vida adecuado. Los constantes viajes y entrenamientos provocan cierto estrés y dificultan un ritmo de vida saludable. Otra asignatura pendiente, especialmente relevante tratándose de jugadores jóvenes, es la dificultad de compaginar competición y estudios. “Salgo de vez en cuando, pero mi estilo de vida se basa en cumplir con los exámenes a última hora y jugar a Counter-Strike”, afirmó un participante.
Mismas dificultades, mismo estrés y mismos sueños. Los deportistas de élite comparten con los profesionales de los esports buena parte de sus experiencias vitales más relevantes. De la misma manera, no hay diferencias significativas entre ser aficionado a un equipo de fútbol o a un club de esports. Mismo sufrimiento, misma sensación de victoria y misma ilusión.
El deporte y, por extensión, los esports son una cuestión de sacrificio, pero este tipo de estudios nos permiten poner en duda ciertos estándares de nuestra industria. Las gaming houses, por ejemplo, alteran la conciliación de la vida personal y profesional de los jugadores. Difuminar la separación entre tiempo de ocio y de trabajo supone un factor estresante añadido.
Los esports necesitan comenzar a evolucionar. El primer paso es tomarse en serio a sí mismos. Este tipo de estudios son el comienzo de la profesionalización de una industria que, aunque rodeada de grandes marcas e inversiones millonarias, necesita comenzar a comprender a sus profesionales y jugadores. Sería necesario ampliar el muestreo y contar con jugadores de otros títulos, así como explorar los matices culturales de la competición en las distintas regiones europeas.
En cualquier caso, este texto académico deja dos enseñanzas evidentes: en primer lugar, que los esports tienen mucho más que ver con el deporte convencional de lo que muchos están dispuestos a asumir y, también, que es el momento de cuestionarlo todo. No se trata de hacer una lectura destructiva, se trata de aprender. Tomar nota de todos y cada uno de los avances científicos que rodean a los esports y reconocer el papel capital que tiene el bienestar de los jugadores en la industria.
Para los más curiosos, podéis consultar el estudio completo en esta página. Solo disponible en inglés
