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Análisis de Lost Ember para PS4, Xbox One y PC

Análisis de Lost Ember para PS4, Xbox One y PC

Una aventura llena de magia y naturaleza que indaga en la búsqueda de uno mismo y del perdón por los actos que se pueden cometer por error. Mooneye articula un indie que bien podría estar expuesto en un museo por la maravillosa creación de sus paisajes y de los animales y criaturas que los habitan.

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Lost Ember tiene algo especial. No es solo un videojuego en el que podemos controlar a todo tipo de animales en su entorno de libertad natural. Algo que, por cierto, reproduce extremadamente bien, aunque de eso hablaremos un poco más adelante. La obra de Mooneye parte de una premisa simple pero de lo más interesante: nos metemos en la piel de un Lobo que, en teoría, es la reencarnación de un miembro de una tribu conocida como los Yanrana. Un espíritu de luz nos encuentra con la misión de conducirnos hasta la Ciudad de la Luz, en la que podremos reencontrarnos con nuestra familia y podremos entender el motivo por el que no fuimos aceptados en un primer momento en ese cielo y el motivo por el cual morimos.No vamos a profundizar demasiado en la historia porque es de vital importancia que el jugador la descubra por su propio pie, prestando atención a cada diminuta revelación que se haga sobre la trama del protagonista y sin saltarse ninguna pieza que relate los hechos del pasado. 

Lost Ember ahonda paulatinamente en el misticismo y la consecuencia de nuestros actos en el mundo terrenal. En cómo las acciones que realizamos pueden llevarnos a tener un castigo eterno en el que estaremos perdidos en busca de un perdón que jamás llegará a no ser que tengamos plena consciencia del daño que hemos podido llegar a hacer a otros. Mooneye entiende la naturaleza como la unión de todos los seres, tanto los vivos como los muertos. En ese sentido, los responsables de Lost Ember hacen una aproximación en el libreto a la obra de James Cameron, Avatar, en la que se parte de una idea general similar.

La naturaleza es una gran red que une a todos los seres en un solo ecosistema. Y no solo sus cuerpos físicos, sino también las almas. Esas almas, en la película de Cameron, están conectadas a un árbol madre al que se conoce como Eywa, que es la gran Diosa de los Na'vi en Pandora. Eywa es el lazo entre esos seres vivos y muertos. Es la energía que permite que el mundo funcione y esté en continuo cambio. Lost Ember recoge parte de esos elementos y los representa a su modo en una cultura y un mundo totalmente distinto. Uno que nos sea más familiar y que nos permita, puede, entrar más en su historia al conocer todos los animales y elementos que representa para transmitir sus ideas.

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Ya encarnados como un Lobo solitario, en los primeros minutos del videojuego se nos aparece una especie de ángel de la guarda que debe guiarnos hacia nuestro destino. Hacia el reencuentro con la luz para poder descansar en paz y limpiar así nuestros "pecados". La aventura nos lleva por todo tipo de terrenos y situaciones: nadaremos como peces en el agua, volaremos hasta rascar las nubes con nuestras alas con varios tipos de aves, escalaremos por montañas con cabras montesas o incluso derribaremos terrenos con los gigantes pies de un elefante. Lost Ember permite a los jugadores poder experimentar cómo se siente ser cada uno de los animales que componen su ficción.

Para, en el fondo, comprender que todos forman parte de un mismo núcleo que hay que cuidar y respetar. La historia no puede irse demasiado por las ramas puesto que la duración del videojuego es más bien escasa, apenas dura unas cinco horas, y el guion va directo al grano. Sin añadir paja al asunto y tan solo representando lo más importante de la trama. Cosa que, en parte, se agradece mucho, dado que Mooneye no se explaya en situaciones que no aportan gran cosa a la historia y solamente se centra en lo más importante, haciendo que cada pequeña cinemática sea de vital importancia para comprender el siguiente paso que tenemos que hacer en la historia. En otras palabras, no sobra absolutamente ni un minuto en la trama de Lost Ember, porque todo aporta. Pero también hubiera estado genial conocer algo más sobre la cultura de los Yanrana que plantea y sobre sus costumbres, puesto que es un poco extraño introducirse en ella de golpe y porrazo.

Es por ello por lo que Lost Ember no es más que un increíble largo paseo por un mundo lleno de una naturaleza bellísima e hipnotizante. En lo que hace referencia a la jugablidad, la única función que debemos llevar a cabo es la de recorrer los caminos que se nos indica para poder ir descubriendo, poco a poco, nuestro pasado y el motivo por lo que no podemos acceder a la Ciudad de la Luz.

Sin embargo, durante esos largos caminos será donde podremos realizar funciones de cambia-pieles y meternos en las carnes de todo tipo de animales -algunos ya mencionados-: patos, elefantes, águilas, cabras, peces, búfalos y un largo etcétera. Cada uno tiene unas habilidades características que nos permitirán avanzar por terrenos por los que el lobo no puede. Una bonita forma de conocer en profundidad las sensaciones que deben sentir -valga la redundancia- en su día a día.

Además, esos animales también sirven para poder encontrar todos los coleccionables que hay ocultos por los distintos escenarios. Que, aunque nos detalle la ruta a seguir, en realidad son mucho más grandes de lo que aparentan y están abiertos a la exploración. Lost Ember, gracias a esa variedad suculenta de animales que debemos controlar -y dominar, porque al fin y al cabo nosotros también tomamos la decisión de qué animal utilizar en cada situación dependiendo de sus características físicas- no se convierte en nada repetitivo, puesto que estamos constantemente variando el estilo de juego. Punto que, sin lugar a dudas, hay que tener en cuenta, porque si únicamente controlásemos al lobo sí que podría hacerse un poco pesado, teniendo en cuenta que nuestros objetivos son únicamente desplazarnos de un sitio a otro.

No hay enemigos en Lost Ember, ni puzles que resolver ni personajes con los que interactuar, solamente hay lugar para el disfrute de la naturaleza que se ve acompañada por una banda sonora que, os aseguramos, deja sin aliento y te atrapa en una atmósfera mágica de igual modo que lo conseguían las melodías de Avatar de James Cameron. Es inevitable establecer lazos entre ambos proyectos porque, los dos, quieren que el público se vincule con el mundo natural que construyen y con los seres vivos que habitan en él. En el largometraje de Cameron eso se llevaba a cabo mediante la conexión que realizaban los Na'vi con su especie de vínculo carnal, al conectarse con los animales, y en Lost Ember se hace mediante el cambio de piel con un proceso mucho más espiritual y no tan carnal. Aunque el resultado es el mismo en ambos casos.

Gráficamente, y en lo que a representación de paisajes y elementos que estructuran la obra, Lost Ember no busca ser la revolución gráfica ni tener unos paisajes realistas al estilo de Red Dead Redemption 2. Lo que busca, más bien, es representar unos escenarios idealizados en los que se respire la magia sobre la que se cimienta la obra. Reproduce lugares que parecen extraídos de los relatos de Virgilio y Horacio: extensas praderas verdes a las que la vista no alcanza, desiertos con oasis que son la representación del mismo cielo para los que habitan en él o largos ríos donde los peces viven en paz y libertad. Dan ganas de no parar de sacar capturas de cada uno de los lugares que visitamos con nuestro lobo para luego extraerlos de la consola y enmarcarlos como una obra de arte. Mooneye ha firmado un indie al que dan ganas de hacerle un libro de arte extensísimo con toda la flora y la fauna que ha realizado para su mundo.

No obstante, a pesar de que Lost Ember realmente transmite unas vibraciones muy positivas, también nos hemos encontrado con algún que otro problema técnico que ha dificultado que podamos movernos por determinadas zonas, sobre todo las que tienden a ser más estrechas y en las que nuestro lobo puede quedarse atrapado con mucha facilidad. Cosa que, por otro lado, va a obligarnos a tener que volver a cargar los puntos de control, y si por lo que fuera hace un rato que no desbloqueamos ninguno, puede ser un inconveniente repetir zonas.

Empero, solamente puede ocurrir en situaciones concretas en las que tengamos que superar algunos obstáculos con el lobo o nos quedemos encajados entre piedras o ramas. No son bugs que se repitan constantemente, pero, como decíamos, pueden jugar malas pasadas si nos topamos con ellos.

80

Lost Ember es una experiencia inolvidable que nos hará conectar con la naturaleza como pocos productos han conseguido. Su banda sonora se adhiere perfectamente con lo que quiere transmitir Mooneye y la representación de los paisajes son totalmente mágicos. Puede que lo único que podamos tirarle en cara es que nos hayamos encontrado con algún que otro bug que nos ha obligado a tener que reiniciar el punto de control, pero el cómputo global de la obra hacen que eso solamente sean pequeños baches que se olvidan a la primera de cambio.

La representación de la naturaleza
La paleta de colores es digna de una obra de arte
La banda sonora es mágica
Poder meternos en la piel de una amplia gama de animales
Algunos bugs pueden jugarnos malas pasadas
Profundizar más en la cultura de los Yanrana nos hubiera encantado
Comentario
Mogrovejo Xavi
Xavi Mogrovejo

Cor Petit.

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