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Análisis de The Beast Inside para PC

Análisis de The Beast Inside para PC

A veces nos toca sufrir para poder traeros los análisis más esperados. Toca adentrarse en una casa solitaria, de un bosque solitario y con un extenso territorio solitario alrededor. ¿Qué puede salir mal?

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El género de terror, en general, es muy adictivo y, a la vez, muy polar, o nos gusta o no, no hay término medio. Por tanto podemos disfrutarlo como enanos o cagarnos en los pantalones mientras sufrimos y nos preguntamos, ¿qué hemos hecho para acabar así? Esto tiene su explicación, los sustos y la constante tensión descargan oleadas de adrenalina, convirtiendo al pacífico jugón en un ser adicto a ella, aunque no sea de los que se tiran por un puente o se pelean a puñetazo limpio con un oso. Aún así hay gente a la que no le gusta el género pero hace el intento de probar algo de él, bien por el divertimento de terceras personas que gozan viéndolo sufrir o bien porque el juego en cuestión es más suave o tiene buena historia. The Beast Inside es uno de esos títulos que podrían catalogarse de algo más suaves, para gente que solo quiere sufrir un poquito.

Illusion Ray Studio da forma a un título que abarca más de un género. Su principal fuente de alimentación es el terror, seguido de rompecabezas y con toques de shooter y exploración en un mundo semiabierto. Por ello The Beast Inside nos deja momentos de tranquilidad, en los que resolver puzzles y descansar de ese terror muy "jumpscare", permitiendo a los no aficionados respirar un ratito y recomponerse antes de volver a la acción. De momento solo lo tenemos disponible en PC, en la plataforma de Valve.

Mezcla de estilos

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The Beast Inside juega con dos épocas diferentes, presentando la dualidad de sus protagonistas, Adam y Nicolás. El primero es un criptoanalista de la CIA, que en plena Guerra Fría, se muda a una casa en medio del bosque para tener calma y tranquilidad. El segundo es uno de los antiguos propietarios de la casa, que vivió allí en el siglo XIX y cuyo diario no lo hacen ver cómo alguien cuerdo. Cuando encontramos ese diario y lo desciframos, con nuestras excelentes habilidades de criptógrafo, desatamos un misterioso mal aletargado. A partir de aquí la historia es curiosa de ver, por cómo están ligados ambos personajes y las decisiones que se pueden tomar, pero no es novedosa en lo absoluto.

Como ya hemos dicho el juego va saltando de terror a rompecabezas en diferentes momentos. Esto se debe a ambos personajes, con Adam jugaremos de día, descifrando códigos y explorando en busca de la verdad de lo que pasó en esa casa hace un siglo. Y como Nicolás, jugaremos siempre de noche y deberemos sobrevivir a la desesperación y la locura. De esta forma The Beast Inside alterna momentos de tranquilidad con terror, lo que puede romper el ritmo del mismo para aquellos que solo busquen su dosis de adrenalina. Aún así es una ayuda para los que necesitan de un respiro antes de volver a sumergirse en el terror.

También contamos con cameos de otros géneros, haciendo que The Beast Inside salte de un parecido a Outlast a algo más tipo Evil Within. Tendremos momentos shooter en los que necesitaremos defendernos tanto de los monstruos como del gunplay. Así como situaciones de exploración poco satisfactorias en el contenido pero mucho en entornos.

Un mundo, dos conceptos

Porque algo no podemos negarle a The Beast Inside, es la atmósfera. En su parte terrorífica la oscuridad (inevitable aún con el brillo al máximo) nos engullirá con sus entornos oscuros, claustrofóbicos y llenos de horrores, además de la música y los sonidos que harán de la inmersión algo muy real. A su vez, en las partes diurnas la luz del sol, la calidez y los escenarios naturales y extensos harán de la exploración algo deseable. También hay que añadir a la lista la variedad tan alta de estilos de mapas, pues a lo largo de la historia nos moveremos por bosques, casas, minas abandonadas, etc. Eliminando la monotonía y manteniendo la tensión de desconocer el terreno.

En el contexto gráfico, The Beast Inside anda entre dos aguas. Por un lado los escenarios están muy bien construidos y algunos movimientos están muy bien hechos, pero por otro lado la mayoría de los modelados parecen de la pasada generación. Como ya hemos adelantado antes, los escenarios diurnos son muy coloridos y tienen un diseño que llama a la exploración. Los nocturnos por otro lado nos mantienen en tensión constante y están llenos de detalles macabros, además de una sensación de ahogo por estar cargados de objetos.

The Beast Inside no parece estar mal optimizado y en sus 8h de juego no hemos sufrido ningún contratiempo. Técnicamente lo que más nos ha llegado a chirriar es la sensación de ser un juego muy pensado para VR, por cómo se controlan los objetos y se ven en pantalla. Por ello es posible que en un futuro de el salto a la realidad virtual, pero ahora mismo para controlarlo con un ratón o un mando es un auténtico engorro.

Veredicto

Quizás The Beast Inside no esté pensado para los que más disfruten con el terror, pues abusa de los sustos fáciles (jumpscares). Pero es una puerta a los que no lo soportan tanto y necesitan de descansos para poder seguir. Los saltos entre capítulos y, por ende entre estilos de juego, restan ritmo terrorífico pero aportan esos respiros y van variando los escenarios evitando la monotonía y manteniendo la tensión. En gameplay podría ser más satisfactorio en muchos casos, pero la ambientación tan conseguida en todos sus puntos deleitan al más exigente. Por otro lado la forma en la que está contada la historia, entrelazando dos épocas totalmente diferentes, ayudan a querer seguir sabiendo más sobre ella, solo decepciona lo previsible que se puede volver y la poca novedad que supone.

70

Con un nivel de terror óptimo para todo tipo de público aficionado, lo único que le ha podido faltar es ofrecer algo más en su historia y en la exploración.

Una ambientación que mantiene la tensión en todo momento.
Unos escenarios que invitan a explorarlo todo.
Entrelazamiento de las dos historias mediante capítulos, una forma de mantener la intriga por la historia y de darle calma a los menos aficionados.
Para los más ansiosos los cambios de ritmo pueden suponer algo tedioso.
La jugabilidad es un engorro a veces y parece hecha para VR.
Uso excesivo del susto fácil.
Comentario
Ángel Almansa

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